Paraguay. El Plan
Cóndor y la educación liberadora de Paulo Freire
Por Claudia Korol
Martín Almada escribe este libro y con el libro escribe su vida. Cuenta
simultáneamente su historia personal y la historia de su pueblo guaraní, de su
país, de su continente. Martín, el compañero de tantas luchas, intentó llevar a
la práctica en Paraguay la experiencia de Paulo Freire, promoviendo una escuela
que hiciera “educación como práctica de
la libertad”, el Instituto Juan Bautista Alberdi de San Lorenzo. La
osadía le costó la represión, la muerte de su compañera de vida, Celestina
Pérez de Almada, y la cárcel.
Martín Almada escribe con la tinta del sobreviviente. Con la sangre de
su compañera y la de sus compañeros asesinados por la dictadura de Stroessner,
Martín escribe sobre la educación en Paraguay. Escribe con dolor. Pero también,
escribe con rebelde esperanza. Fundamenta en estas páginas que la educación
dominante es uno de los engranajes aceitados que posibilitan y naturalizan la dependencia.
Bucea en la historia del continente, buscando claves de interpretación del
drama paraguayo. El papel de la oligarquía, de la Iglesia, del Estado, de las
fuerzas armadas, de los gobiernos y de las oligarquías de los países vecinos,
de los distintos agentes del poder, son analizados en esta perspectiva
latinoamericanista.
Dice Martín Almada en el artículo que
completa este libro –escrito 30 años después-, que esta publicación … “en el
fondo es la carta de un sobreviviente dirigida a sus torturadores. Es la carta de un educador sobreviviente
que busca un remedio para curar dolores del alma. No olvidemos que debajo
del dolor está el amor…. Es la
historia de la reconstrucción de mí mismo luego de tutearme con la muerte”. En
esa identidad de sobrevivientes se escribieron muchas páginas en Nuestra
América, y en especial en Paraguay, donde el pueblo hermano sufrió sucesivos
genocidios, el del pueblo guaraní, y de otros pueblos originarios, durante las
guerras de conquista, las guerras por territorio y por petróleo, la Guerra de
la Triple Alianza, y la prolongada dictadura stronista. Me interesa decir en
estas líneas, que el pueblo
argentino no puede permanecer indiferente frente a la opresión vivida
por el pueblo paraguayo.
Hay una responsabilidad de la oligarquía argentina en la
Guerra de la Triple Alianza, y en el sostén a la dictadura de Stroessner.
También en las modalidades de opresión que llegan hasta la actualidad, con los
acuerdos leoninos de saqueo de recursos hidroeléctricos. Tal vez estos tiempos
en los que se buscan nuevas posibilidades de integración latinoamericana, sean
momentos para poner en marcha profundas reparaciones frente a todo lo
destruido, lo saqueado, y lo aniquilado por la imposición de los intereses
imperialistas, que contaron con diversos gobiernos argentinos como instrumentos
de ejecución de sus políticas. Y esto sólo puede ser impulsado activamente
desde abajo y desde la izquierda, donde se tejieron también los lazos de
solidaridad profundo con las víctimas de la dictadura, que por miles recibieron
abrigo en nuestras tierras.
Pero Martín Almada no es sólo un
sobreviviente. Es también un creador de nuevas posibilidades para la aventura
libertaria. Abogado de causas justas. Defensor de los derechos humanos.
Inventor de modelos que buscan el estímulo a la producción agroecológica,
promoviendo los usos populares de la energía solar, impulsando la creación de
aldeas solarizadas, y hasta editando un libro de recetas solares elaboradas con
alimentos locales. Siendo la educación popular –fundamentalmente- pedagogía de
la autonomía, Martín Almada contribuye
en esta dirección, estimulando maneras de pensar la vida que no se basen en los
paradigmas del desarrollo que destruyen a la naturaleza y a la gente en ella.
Educador. Investigador –por su obsesiva búsqueda de la verdad fue posible el
descubrimiento de los “Archivos del Terror” y por su terca voluntad de denuncia
fue posible la creación del Museo de las Memorias-. El descubrimiento y estudio
de los Archivos del Terror, en los que se encontraron los documentos del Plan Cóndor, son una pieza fundamental
para el momento actual de lucha por la justicia que se está llevando adelante
en los Tribunales argentinos, con el enjuiciamiento a los criminales de lesa
humanidad. Es un material de enorme valor, para desnudar la complicidad de los
gobiernos latinoamericanos, y del gobierno norteamericano en la ejecución de
las políticas de terrorismo de estado. Por estas contribuciones realizadas a la
lucha por la justicia.
Martín Almada recibió en el año 2002 el Premio Nobel
Alternativo de la Paz, que al mismo que otros muchos premios que le fueron
otorgados, es un reconocimiento a su coraje, a su coherencia como defensor de
los derechos humanos, como pedagogo de la justicia. Quiero decir que siempre
pensé que Martín Almada cumple cabalmente con la recomendación de Paulo Freire,
que es la de vivir “sanamente locos, y
locamente sanos”, como condición para seguir siendo creadores… y creadores
revolucionarios. Como el loco Simón Rodríguez, ha puesto en la libertad y en la
educación su pasión completa.
Escribe Martín Almada: “El miedo, en
nuestro país, se volvió cultural. La
segunda piel del paraguayo es el miedo, porque la ignorancia y la tortura
fueron la base de la represión, fueron el corazón del sistema dictatorial”. Con
ese miedo, y contra ese miedo es la vida y la lucha de este pedagogo de las
luchas libertarias. Y sabe que la educación, es uno de los caminos para aportar
a la organización del pueblo en la lucha emancipatoria. Y que es la acción
colectiva, un largo proceso de desafío al miedo que tiende a aislarnos y a
desorganizarnos. En este libro, el repaso de las prácticas educativas en
Paraguay, terminan constituyendo una radiografía de la dominación, y también
una búsqueda activa de caminos para la descolonización y para la
desmercantilización de la enseñanza en América Latina, porque tal como él
investiga y denuncia, las políticas educativas son producto de una estrategia
continental ordenado por instituciones del gobierno mundial, que administran la
subordinación cultural, en diferentes terrenos –incluido el pedagógico-.
Martín Almada se concentra en el estudio de Paraguay, pero lo pone en
espejo con los modelos educativos de Chile, y de otros países latinoamericanos.
Hoy, cuando muchos de los gobiernos que se llaman progresistas siguen
utilizando chalecos de fuerza como los modelos educativos que impone el Banco
Mundial, o como las Leyes Antiterroristas que impone el CIADI, es interesante
utilizar este texto para pensar una nueva pedagogía, que nazca y crezca contra
todas las formas de dominación, las históricas y las actuales. Una pedagogía descolonizadora que
sea regada desde las raíces con nuestras propias miradas del mundo. Una
pedagogía originaria, libertaria, y audazmente democratizadora. En esta
dirección, el libro de Martín Almada es sobre todo una invitación para esa
búsqueda, y para crear –con la audacia y el riesgo ineludibles en todo acto
transformador- un camino en el que todas las tradiciones de lucha de Nuestra
América, se rebelen junto con los nuevos gritos de Ya Basta, frente a la
mediocridad y el conservadorismo.
Le agradezco por ello a Martín y a su locura, la
posibilidad de mirarnos sin anteojeras, de pensarnos sin muros, y de atrevernos
a caminar sin chalecos de fuerza, con la pasión intacta y ese alegre dolor que
nos sigue conmoviendo.